miércoles, 5 de marzo de 2014

ANTITEATRO O TEATRO DEL ABSURDO


Me ha parecido interesante traer aquí un brevísimo recordatorio de lo que se ha dado en llamar “Teatro del Absurdo”, por ser quizá el subgénero de teatro menos conocido dentro de este género literario:
Se llama así una corriente dramática nacida con “La cantante Calva” (1950) de E. Ionesco y con “Esperando a Godot (1953) de S. Beckett.
Tiene su precedente en los dramaturgos existencialistas P. Sartre con “Las moscas” (1943)  y A. Camus con “El malentendido” (1944) y “Calígula” (1945).
La diferencia entre unos y otros esta en que los personajes del teatro existencialista se lamentan de su propia existencia pero de manera lógica y razonada, mientras que los personajes del teatro del absurdo articulan su razonamiento de manera irracional, absurda, sin sentido. Es el llamado ANTITEATRO.

                      

Estas obras carecen de intriga. En la obra de Beckett los protagonistas esperan a un tal Godot que  no llegará nunca. Un personaje, Estragón dice: “Nada ocurre, nadie llega, nadie se va, es terrible”. En “La cantante calva” dos personas se reconocen como marido y mujer al caer en la cuenta de que viven en la misma calle, en la misma casa, que duermen en la misma cama y que la hija de uno es también la hija del otro.
El lenguaje es dislocado, lleno de disparates, simplezas y frases contradictorias.
Además de los citados Ionesco y Beckett, han seguido este teatro A. Adamov (La invasión, 1950), H. Pinter (La habitación, 1957), R, Pinget (Aquí o en otra parte, 1961) etc.
De nuestros autores teatrales podemos citar como emparentados con este teatro a Mihura (Tres sombreros de copa, 1932), E. Jardiel Poncela, Tono y F. Arrabal (Pic-nic, 1952).
Entre la filosofía existencialista, aparece el absurdo como concepto clave: esta vida es un sin-sentido; arrojado el hombre a una existencia dominada por la angustia de la muerte, esa existencia carece de significación.
En escritores anteriores al existencialismo, ya aparece esta concepción trágica de la vida. Por ejemplo en Dostoievski, F. Kafka y otros.

Sobre todo en Kafka aparece clara esta concepción de la vida en “El proceso” (1925), “El castillo”(1926) y, sobre todo en “La metamorfosis”(1915) donde un viajante de comercio, Samsa, una mañana la despertar, se descubre fatalmente convertido en un insecto monstruoso.