lunes, 30 de octubre de 2017

La mudanza 

Me encantan las mudanzas,
me gusta ese trajín
sin fin,
de ir y venir,
bajar, subir,
entrar, salir.
Hombres con bultos y con paquetes.
Lámparas, sillas, mesas, juguetes,
 libros, pucheros, ollas, colchones...

Cosas perdidas encuentro, a veces:
una muñeca... o un cascanueces;
juguetes viejos: trenes, carritos..
(Siempre se pierden los más bonitos)
Y, en una caja
¡mi sombrerito de fina paja!
Mas no me gusta sólo mirar;
en los trajines quiero ayudar,
ir y venir,
bajar, subir.

Y hacer paquetes muy primorosos...
con perros, gatos, muñecos, osos,,,
Una mudanza ¡es tan movida,
tan animada, tan divertida...!


Eunice Tietjens

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martes, 24 de octubre de 2017


EL LAZARILLO  - Segunda Parte de JUAN DE LUNA

Ocurre como con el Quijote que aparecieron varias segundas partes y terceras de El Lazarillo.
Entre ellas, la más conocida es la de Juan de Luna. Este autor dice que se limita a copiar la segunda parte anónima de la vida de Lázaro que por casualidad encontró, sin poner ni quitar punto un coma.
La verdad es que su autor es el mismo, que se publicó en París en 1620, que su calidad literaria no se puede comparar con la primera y que Juan de Luna nunca alcanzó la categoría de gran literato. Si en algo sobresale este relato es por su nada disimulado anticlericalismo.
Resumiré brevemente su argumento:
Lázaro deja Toledo, donde se había instalado como pregonero, deja a su mujer y a su hija y se enrola en la armada que va a la guerra de Argel. Embarca en Cartagena y sufre un naufragio. Lo salvan unos pescadores, pero al salir enredado en la red, piensan en ganarse la vida a su costa y lo exhiben como “hombre-atún” y monstruo marino ante la gente de las ciudades y pueblos. Cuando llegan a Toledo, acuden su mujer e hija a ver al monstruo y Lázaro tiene la oportunidad de ver a su mujer embarazada del arcipreste, según oye comentar.
Después de algunos malos entendidos da con sus huesos en la cárcel. Cuando sale, va al encuentro de su mujer y descubre que el arcipreste la ha vuelto a casar con un francés y que la que creía su hija no lo es, sino del arcipreste mismo. Entra engañado en pleitos contra ellos, pierde y es desterrado de Toledo para siempre.
Llega a Madrid y se hace “ganapán”. En este oficio sufre varios quebrantos y palizas.,.; por lo que resuelve tomar camino de Valladolid. En el camino, tras varias peripecias con unos gitanos y una fatal experiencia como ermitaño, intenta casarse por segunda vez, pero vuelve a salirle mal y termina con lamentos, triste, quejándose de la fortuna adversa que como compañera tuvo durante toda su vida.

Resumiendo, quien a mano no tenga nada mejor que leer, aquí tiene un rato de entretenimiento. También puede valer para satisfacer una curiosidad, como era mi caso y no tener que hablar de oídas.

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miércoles, 18 de octubre de 2017

El aguacero 

Tip. Tap: tip,tap,
tip, tap; tip, tap...
Es un aguacero
que viene ahí no más.

Tip. Tap: tip,tap,
tip, tap; tip, tap...
Manda goterones;
él viene detrás.

Tip. Tap: tip,tap,
tip, tap; tip, tap...
Ya llegó, aquí está.

Llaman en los vidrios
las gotas así:
tap, tap, tap, tap.

¿Qué quieren las gotas?
¿Me llaman a mí?


Carmen Lyra

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martes, 10 de octubre de 2017

Todos, menos una, pecaron de imprudencia

Un cangrejo: siendo de mar, en tierra busca la aventura.
Unas criadas: mataron al gallo, pero no durmieron más horas.
Un jilguero: aprendió un poco tarde a ser prudente.
Una zorra: por algo se dice que es astuta.

La zorra y el cangrejo del mar

Queriendo mantener su vida solitaria, pero un poco diferente a la ya acostumbrada, salió un cangrejo del mar y se fue a vivir a la playa. La vio una zorra hambrienta, y como no encontraba nada mejor para comer, corrió hacia él y lo capturó. Entonces el cangrejo, ya listo para ser devorado, exclamó:
-¡Merezco todo esto, porque siendo yo animal de mar, he querido comportarme como si fuera de la tierra!

Esopo

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La viuda y las criadas

Una viuda muy laboriosa tenía unas jóvenes criadas a las que despertaba por la noche al canto del gallo para empezar el trabajo. Extenuadas siempre de fatiga, resolvieron matar al gallo de la casa por ser él a sus ojos el causante de su desgracia, puesto que despertaba a su señora antes de que abriese el día.
Mas, ejecutado el propósito, se encontraron con que habían agravado su mal, porque su señora, no teniendo el gallo que le indicaba la hora, las hacía levantar antes para ir al trabajo.

Esopo


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El murciélago y el jilguero

Un jilguero encerrado en una jaula colgada en una ventana cantaba de noche. Oyó un murciélago desde lejos su voz. Y acercándose, le preguntó por qué cantaba sólo de noche.
-No es sin razón –repuso- porque de día cantaba cuando me atraparon, pero desde entonces aprendí a ser prudente.
-¡Pues no es ahora cuando debías serlo, pues ya estás bien enjaulado, sino debió haber sido antes de que te capturaran! – replicó el murciélago.

Esopo

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La zorra y el león anciano

Un anciano león, incapaz ya de obtener por su propia fuerza la comida, decidió hacerlo usando la astucia. Para ello se dirigió a una cueva y se tendió en el suelo, gimiendo y fingiendo que estaba enfermo. De este modo, cuando los otros animales pasaban para visitarle, los atrapaba inmediatamente para su comida.
Habían llegado y perecido ya bastantes animales, cuando la zorra, adivinando cuál era su ardid, se presentó también, y deteniéndose a prudente distancia de la caverna, preguntó al león cómo iba con su salud.
-Mal –contestó el león, invitándole amablemente a entrar.
-Claro que hubiera entrado –le dijo la zorra. Si no viera que todas las huellas entran, pero no hay ninguna que llegara a salir.


Esopo

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martes, 3 de octubre de 2017

Madureces

Ansioso un higo comía
–cuenta a Gil el viejo Arbelo-
y, ¡tris! saltó un diente al suelo,
de sólo tres que tenía.
-Es bien raro este accidente,
estando maduro el higo.
Aquel contestole: -Amigo,
más maduro estaba el diente.


Francisco Acuña de Figueroa

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